2017
Water colours on wall, warm light work, dim variable
‘Victory is in the Kitchen!’ declared a poster circulating during the First World War, encouraging the public to combat the hunger caused by the conflict. Guidi uses this statement to narrate a decisive moment – perhaps more decisive than it seems – in the everyday lives of the Cuban people. Though the embargo established by the United States following the success of the Cuban Revolution plunged the island into an economic crisis, it was not until the nineties that Cuba faced more serious difficulties, suffering from major food insecurity due to the collapse of the Soviet Union (a country it depended on economically) in a time known as the Special Period. Among the problems rooted in these events was the energy crisis, which culminated in the early 2000s. Fidel Castro was forced to launch a so-called ‘Energy Revolution’: his last political initiative before he retired from public life. The revolution consisted of distributing home appliances among the people (cookers, stoves, heaters, fans, TV sets, etc.). Of these items, one became a source of national pride: the pressure cooker popularly known as ‘La Reina’. Though it came from China or Korea, it was considered quintessentially Cuban.
Tiempo de presión [Pressure Time] depicts Castro wielding, not a weapon, but a ‘La Reina’ cooker, alongside the aforementioned WWI slogan. Image and text are presented through the same aesthetic propaganda resources used by the regime across the island on billboards and posters from the 1960s onwards, in a graphic style with Soviet influences. Castro openly displayed his interest in cooking on TV, on the radio and in the press and considered himself a good chef, but the symbolic gesture expressed by the image goes beyond his love of cuisine, revealing forms of authority and power in all their possible manifestations that are still present today. Though this policy on electricity consumption might seem to stem from a supposed attitude of paternalism and proximity towards the Cuban people, it is worth wondering whether it was no more than a partisan attempt to protect the remains of a lost set of ideals.
Exhibited at
- La capacità di muoversi è una delle caratteristiche fondamentali degli esseri viventi,ATTITUDES_spazio alle arti, Bologna (I), Jan 21—Mar 6, 2022; curated by Viviana Gravano- Homesession arte conteporaneo, Barcelona, Mar 2017; curated by Alex Brahim
English translation carried out with the support of the Institut Ramon Llull
“¡Victory is in the Kitchen!”, proclamaba un poster que circulaba durante la Primera Guerra Mundial, animando a la sociedad a combatir el hambre que provocaba el conflicto bélico. Con este enunciado, Guidi relata un momento decisivo – más de lo que parece – en la cotidianidad del pueblo cubano. Si bien el bloqueo que estableció Estados Unidos tras la victoria de la Revolución cubana sumió a los cubanos en una crisis económica, no sería hasta los años 90 cuando el país tuvo mayores dificultades llegando a la hambruna por el derrumbe de la Unión Soviética (país del que dependía económicamente), momento conocido como “Período Especial”. En las contrariedades que se derivan de estos sucesos, cabe añadir la crisis energética que llega a su momento más crítico a principios de la década del 2.000. Fidel Castro se ve obligado a impulsar la llamada “Revolución Energética”, última iniciativa política antes de su retiro público. Tal revolución consistió en la distribución popular de equipos electrodomésticos (ollas, hornillas, calentadores, ventiladores, televisores...). De todos ellos, el que asumió un rol de orgullo nacional sería la olla arrocera llamada popularmente “La Reina”. A pesar de que la procedencia era china o coreana se consideró como algo propio.
Tiempo de presión proyecta en un mural el retrato de Castro alzando no un arma sino “La Reina” junto a la frase anteriormente citada. Imagen y texto son presentados con los mismos recursos estéticos propagandísticos utilizados por el régimen en toda la Isla en vallas y carteles desde los años 60, en gráficas con influencia soviética. Más allá del interés que Castro manifestó abiertamente en TV, radio o prensa por la cocina, considerándose él mismo un buen cocinero, el gesto simbólico que expresa la imagen nos descubre más que su amor a la gastronomía, formas todavía presentes de autoridad y de poder en todas las manifestaciones posibles. Aunque la política llevada a cabo en relación al consumo eléctrico pareciese proceder de una actitud supuestamente paternalista y de proximidad a un pueblo, cabe la duda de si el interés fue simplemente partidista en un intento de proteger los vestigios de unos ideales perdidos.